martes, 15 de septiembre de 2009

Ab imo pectore


Te fuiste, así como se va el agua de entre las manos. Me dejaste con la esperanza rota y con el ánimo vencido.
Cuando las palabras aturdieron mis oídos que se esforzaban por ser negadores, mi mundo se cayó al instante, mi cabeza no quería atender a esa información.
Mis lágrimas me inundaron y por momentos me sentí ahogada.
En mi cabeza se juntaban en multitudes los recuerdos, las palabras. Tuve una sensación de soledad y vulnerabilidad.
No puedo, pensé, no puedo decirte adiós. No puedo entender, tampoco quiero. No puedo creer lo que estoy viendo.
En mi cabeza no cabe esta imagen tuya.
En los presentes mi corazón no es el único que está roto. Me obligo a permanecer entera, pero la angustia da batalla y confieso que por muchos momentos, la dejé ganar.
Quise hablarte, decirte tantas cosas, pero el nudo en mi garganta me sofocaba y me entrecortaba la voz. Y cuando estaba en condiciones de hacerlo me di cuenta de que no tenía mucho mas para decir, siempre supiste todo, desde mi afinidad hacia vos, hasta que siempre fuiste el mejor para mi.
Esas pequeñas cosas que compartimos en complicidad, ahora se volvían inmensas y ponían un paño frío a mis emociones alteradas.
La tristeza estaba, pero una sensación de tranquilidad me llenó y me calmo en aquel momento. Es que nada nos quedó pendiente, vivimos más que muchas personas todo lo que pudimos, nuestra relación transgredió el vínculo. Fuimos más, ésa es la palabra exacta, y por eso me duele tanto despedirte, porque te voy a extrañar, porque aunque sepa que estás mejor, parte de mi corazón se fue con vos y nunca voy a dejar de extrañar tu voz, tus frases, tus historias, tus anécdotas, y por sobre todas las cosas, cuánto nos querías, cuánto me querías, y cuanto te quiero yo a vos.
Puedo decir con orgullo que te disfruté a más no poder, que reímos juntos más que demasiadas veces, que la pasamos bien y que supimos entendernos, que fuimos felices…
Por momentos me quiebro al escribir esto, aunque paradójicamente resulta ser también una catarsis de algo que vos sabés. Si, éstas no son palabras que no puede decirte, sino más bien un agradecimiento, por todo el amor y alegría que me diste, siempre incondicional, siempre único, siempre vos.
Abuelo, en mi corazón está tu nombre y aunque me cueste aceptarlo, sé que estas bien en donde estés, y que estás esperando a que me seque las lágrimas y ponga la mejor sonrisa porque tengo mucho por vivir y vos así lo hubieses querido.
No me queda más por decirte que GRACIAS, por todo, por absolutamente todo.
Nunca te voy a olvidar y siempre vas a estar entre las personas que mas amo y que más me importan en mi vida.
Esto no es un adiós, es un hasta luego. Hasta que nos volvamos a encontrar.

2 comentarios:

Blogger Elle ha dicho...

Que lindo lo que escribiste!
Me emocioné.
Se me caen las lágrimas, y a mi que no me cuesta nada!

Besos.

15 oct 2009, 16:20:00  
Blogger Gis.. ha dicho...

Te entiendo cada palabra..

El tiempo trae, tarde o temprano, calma o resignación. Aunque no sé hasta que punto es bueno eso..

Las ausencias de las personas que se fueron a otro lado, para siempre, duelen mucho.

Las que se fueron, y siguen estando en el mismo lugar que uno, duelen más todavía..

22 oct 2009, 13:45:00  

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